En el siglo XVI, estos caninos estaban alojados en el Hospicio del Gran St. Bernardo. Origanlemente empleados para trabajar o para hacer compañía, se descubrió que guíaban muy bien en la nieve. Capaces de localizar y reanimar a los viajeros, los perros San Bernardo se conocen por su delicadeza con los niños. A veces algo tercos, estos perros no tienen ninguna prisa, pero necesitan hacer ejercicio adecuado.